domingo, 30 de mayo de 2010

Un monologo sin palabras

En algún momento de su vida Giuseppe Tartini, mientras dormía plácidamente fue visitado por satanás, quien tomo su violín disponiéndose a tocar esta obra en tres partes, el demonio con toda la maestría del mundo y con el violín en mano se postro ante su cama, su cara llena de recelo hacia los humanos, pues según se sabe estos son considerados los favoritos de dios, y por este motivo es que su misión es tentarlos, levanto el violín de manera solemne, lo vio con curiosidad y le brindo su respeto, después de eso Satanás comenzó a platicarle a Giuseppe todas las emociones que en ese momento traía, felicidad, ansiedad, tristeza, odio, bondad, para cada emoción que mantenía en cada nota el tocaba, siempre existía una que era lo contrario, era una lucha siniestra, el violinista no sabia si venia por su alma, ni tampoco sabia porque el señor oscuro estaba ante su cama, con su cara llena de odio, tocando su violín y enseñándole su música, el no entendía porque le mostraba sus sentimientos de tan singular manera, el lo único que se permitió hacer fue sentir, y dejarse llevar, se dejo tocar por Satanás, se dejo llevar hasta el mas lejano rincón del universo, llevado por esas grandiosas notas que su violín gritaba, ese pequeño instrumento de cuerdas, que solo el objeto de comunicación de Satanás con Giuseppe, No hubo preguntas, no hubo respuestas, el único que hablo fue el pequeño instrumento, fue un monologo sin palabras.

Una vez que hubo terminado, el guardo el violín, y le dio las gracias, vio a Giusepe con repudio, y desapareció entre las sobras de la habitación iluminada con apenas una vela.

Cuando Giuseppe despertó, escribió cada nota, y se dedico a platicarle al mundo todo lo que Satanás le había revelado en su sueño.


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